Parte 22 - Narcisismo


Narcisismo


   El concepto de narcisismo es otra piedra angular de la teoría psicoanalítica que entreteje y acciona como una moneda la economía psíquica.

El Mito de Narciso


   Cuenta la leyenda que la ninfa Liriope sacudida por las aguas del dios del río Céfiro engrendra un hermoso niño al que llamó Narciso. Su madre consulta al Adivino Tiresias quien le presagia que éste tendrá una larga vida, mientras no se conozca a si mismo.
   Al crecer Narciso, su belleza enamoraba a todas las jóvenes, pero él las rechazaba con desdén y vanidad, ya que ninguna lograba interesarle, entre ellas estaba la ninfa Eco, condenada por Hera, a repetir como un eco las últimas palabras que otro pronunciara.
   Un día estando sediento luego de un largo paseo, Narciso llegó a la orilla de una fuente y acercándose para beber, ve por primera vez su imagen reflejada en el agua, quedando enamorado a tal punto de ésta, que al intentar acercarse a besarla, cae en el agua y se ahoga.
   Se dice que una bella flor que descansa en las márgenes de los ríos tomó el nombre en su recuerdo.

   Desde sus primeras referencias con el desarrollo del psicoanálisis, el concepto de narcisismo fue ampliando su constelación de significados.
   Así como en física el concepto de luz puede interpretarse como partícula u onda, de acuerdo al punto de vista desde donde se lo plantee, puede considerarse que ocurre algo similar con el de narcisismo.
Al igual que la luz, el narcisismo puede asimilarse a energía o a partículas cuya condensación da lugar a la estructuración psíquica.
   Impregna desde los inicios de la vida la dinámica instintiva - afectiva, en especial durante los procesos de maduración y estructuración psíquica.
Los distintos procesos psíquicos se integran en un sistema energético que podríamos denominar economía narcisista.
   A medida que el individuo va creciendo e incorporándose a la sociedad, la
economía narcisista traduce en parte los logros o frustraciones de la cultura adulta a aquellos antiguos códigos energéticos de la dinámica instintiva afectiva de los primeros tiempos.

   Líbido es el término con el que se asocia a la energía sexual, cuyo alcance no se limita a lo genital, sino como señalamos, participa como un todo en la dinámica afectiva, psicológica y biológica.
La líbido puede considerarse en otras palabras, como una moneda de la economía narcisista.
Así como el agua cambia su estado de sólido, líquido o gaseosos podríamos equiparar las transformaciones de esta energía en sus distintas manifestaciones.

   Se denomina narcisismo primario la etapa de autosatisfacción o autoerótica que se dá especialmente en los inicios de la vida.

   Clásicamente se han descrito una serie de etapas en el desarrollo de la líbido y la estructuración psíquica.
Como estaciones principales de un tren que detiene momentáneamente su recorrido, se describen tres etapas o fases fundamentales: oral, anal y fálica o genital.
En cada una de ellas, el niño tempranamente va reconociendo y asociando la zona del cuerpo involucrada con experiencias de placer y displacer, en respuesta al grado de satisfacción de su demanda instintiva.
   La fase oral es la primer gran estación, donde la boca como puerta de contacto y entrada del alimento, se establece como inicial puerto de satisfacción instintiva del hambre.
   La fase anal es la segunda gran estación, donde la zona anal se vincula al placer de la retensión y la eliminación fecal.
   La fase fálica es la tercera gran estación en el desarrollo libidinal, en la que el niño reconoce su zona genital como fuente de placer.
  
   Cada etapa supone un período de estancia y reconocimiento de la experiencia y dependerá de diversos factores, la fijación predominante a una fase, así como la eventual regresión a etapas anteriores.
   Tanto la excesiva satisfacción o frustración pueden resultar perjudiciales para el desarrollo libidinal.
   Las regresiones así como las fijaciones en determinadas fases son asociadas a diversos trastornos psicopatológicos.
   La ansiedad por ejemplo, está estrechamente vinculada a distintos cuadros donde comer se vuelve un modo habitual de intentar neutralizar ese estado.
La necesidad de incorporar algo por la boca que sacie, recuerda esa experiencia primitiva de satisfacción y calma.
   Tanto los trastornos de la alimentación, bulimia- anorexia, como las adicciones en general tienen un fuerte anclaje en esta fase del desarrollo libidinal.
   Si bien el pasaje de una fase a la siguiente supone un avance en el desarrollo, no significa que el sujeto abandona completamente la gratificación que cada fase supone.
  
   La fase anal está vinculada especialmente con los trastornos obsesivo compulsivos, donde existe una fuerte necesidad de control sobre todo aquello que sale de uno, como son las materias fecales y que de algún modo se vivencia ambivalentemente, entre el placer y la repulsión.
La homosexualidad masculina también muestra una fijación en esta fase.
  
   La etapa fálica está asociada esencialmente con la patología histérica, donde si bien es el paso mas avanzado de este período, la expresión sexual se da en términos de seducción y autoerotismo, pero no al servicio del encuentro con el otro.

   En una etapa de maduración posterior, el narcisismo incorpora a los objetos externos a  su estructura, pasando del autoerotismo al amor de objeto, integrando ambos funcionamientos.
En esta etapa se inviste la carga de líbido sobre un objeto externo y de allí regresa al sujeto. El caso del enamoramiento es el ejemplo de la máxima investidura narcisista de objeto.

   Entendamos que lo presentado resulta un escueto esquema general simplemente orientador, cuya profundización excedería la intención de este trabajo.
No obstante valgan estas apreciaciones como una aproximación introductoria para
reconocer la injerencia de la economía narcisista en la condición y la patología humana.


La epidemia narcisista


   Es indudable que la dinámica narcisista participa de una manera central en el equilibrio psicosomático.
Toda patología parece poder rastrearse hasta una condición donde la economía narcisista sufre un golpe.
   Yendo metafóricamente del árbol al bosque, percibiendo algunas características de nuestro mundo actual, donde mucho se habla de enfermedades o infecciones masivas,
me he tomado el permiso de sugerir el término epidemia narcisista, para señalar un fenómeno cada vez mas notorio en la sociedad, si bien para nada nuevo, en el que aspectos narcisistas se han incrementado de una manera evidente.
   Me refiero a una hipertrofia en la necesidad de atención narcisista, que en realidad es señal de una carencia en el amor, cuidados y reconocimiento requeridas en los momentos primarios de la estructuración psíquica.
   El hecho de no haber sido satisfechos adecuadamente en estas primeras etapas del desarrollo, busca ser compensada en la vida adulta.
   Lo observamos en la expectativa cada vez mayor de las personas en busca de protagonismo, reconocimiento, fama o poder.
   El propio mercado ha reconocido hábilmente este antiguo artículo de necesidad humano, promesa de la felicidad, incidiendo fuerte en la promoción de su consumo.
Al igual que con la droga y las adicciones, las finanzas de las diversas derivaciones narcisistas mueve millones.
   Desde el punto de vista homeopático, el término hipertrofia  recién mencionado, orienta ya hacia una condición esencialmente del miasma sycosis, es decir de la tendencia al exceso, pero en definitiva reactivo a una carencia psórica de afecto que no pudo ser lo suficiente contemplada.